miércoles, 16 de abril de 2008

A celular prestado no se le mira la cámara


Él decía que no tenía celular, y que tampoco lo quería. Había estudiado sobre el daño que provocan las antenas y había escrito un libro al respecto. Pero un día un amigo le prestó un celular, para poder localizarlo más fácilmente.

Al principio recibió el celular con sorpresa, no esperaba que la promesa de préstamo se efectivizara.

Ese mismo día se compró un estuche para llevar el celular en el cinto del pantalón, y un chip para que comenzara a funcionar como teléfono. Tuvo que dejarlo encendido y enchufado durante dos días, hasta que el teléfono fue reconocido por las antenas de su empresa. Como el aparato tenía cámara de fotos comenzó a sacar fotos y le gustó, podía retratar a su familia, sus amigos, su barrio, los edificios de su ciudad, sus viajes.

El aparato era un Sharp GX 17, de Vodafone, una empresa de España; que su amigo trajo de su viaje a ese país.

El celular llegó a sus manos con el cargador, pero no con el cable usb para bajar las fotos a la computadora. En Internet se enteró de que el teléfono viene con un cd para instalar el cable usb, pero no con el cable, que se compra aparte.

Por esta razón se compró un bluetooth para puerto usb para instalar en la computadora, ya que el celular tiene bluetooth. Pero nunca el bluetooth de la computadora reconoció al del celular ni al revés. Instalé el bluetooth en mi notebook, y tampoco se reconocieron la computadora con el celular.

Claro que le quedaba una tercera opción: infrarrojos, pero no tenía un puerto infrarrojos. Por supuesto que encontró una solución, le enviaba por infrarrojos las fotos al celular de otro amigo y éste las bajaba con su cable a su propia computadora. Eso lo entusiasmó a sacar más fotos, pero las fotos salían chiquitas.

Un día, en casa, junto a una amiga descubrimos que mi notebook tiene ¡infrarrojos!, y esta misma amiga descubrió que la cámara podía sacar tres tamaños de fotos, chicas, normales y grandes. Ahí nos entusiasmamos todos, ¡podíamos sacar muy lindas fotos y bajarlas a mi computadora por infrarrojos! Y éramos felices, muy felices.

Hasta que un día la comunicación entre el celular y la computadora se terminó, no sabemos qué pasó, ni si se arruinó el infrarrojo del celular o de la computadora, y, desgraciadamente, al otro día al amigo del celular con infrarrojos se lo robaron, por eso, entre nosotros, ya nadie puede bajar las fotos.

Él no saca más fotos, y está pensando en devolver el celular, sin cámara, no tiene ninguna gracia.

3 comentarios:

  1. Hace más de dos meses que tengo esta historia, y no tengo ningún comentario. O escribo mal, o no tengo amigos.

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  2. A lo primero te respondo que no, a lo segundo que espero que no, es decir, que no se asi, que tengas amigos, por lo pronto, aqui te dejo mi comentario. Muy buena la historia, ironica y real... esa endemoniada adiccion a la tecnologia, jejeje.

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  3. Hola Mariela, no solo no escribes mal , sino que esta historia me ha hecho reir mucho. Yo era una de las que criticaban a quienes vivian prendidos a un celular. Hoy he hecho de el una parte de mi cuerpo. En cuanto a amigos, creo que basto unas horas en la reunion que compartimos para que te tenga un gran afecto. No sabia que tenias un blog, llegue a el desde la página de olgo. Voy a seguir visitandodote. Besos para ti y mis saludos a athos.

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